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¿QUÉ ES EL AUTISMO?

El autismo es un trastorno del neurodesarrollo que perdura a lo largo de la vida de la persona diagnosticada. Algunos de los criterios que diversos instrumentos miden para establecer el diagnóstico de autismo son:

  1. Retos en la reciprocidad social

  2. Dificultad en el inicio y mantenimiento de interacciones sociales. Por ejemplo para iniciar o mantener una conversación con otra persona de manera fluida y que incluya puntos de vista de ambos, así como comentarios y complementos sobre las opiniones del otro. 

  3. Retos en la comprensión y uso de lenguaje no verbal. 

  4. Integración de la comunicación verbal con gestos, contacto visual y respuesta/incio de atención conjunta. 

  5. Uso de lenguaje idiosincrásico. Esto se refiere al uso de expresiones verbales inusuales o inventadas para hacer referencia a objetos, personas, situaciones sociales y estados emocionales. Por ejemplo, alguien con autismo puede expresar “Me estoy quemando” para hacer referencia a un sentimiento de enojo extremo. 

  6. Patrones verbales, corporales y con objetos que pueden ser repetitivos y estereotipados

  7. Adherencia a rutinas que puede provocar ansiedad e inflexibilidad en la persona

  8. Temas y/o actividades de interés excesivo que limitan la participación de la persona en diversas tareas de la vida diaria

  9. Hiper o Hipo reacción a estímulos sensoriales auditivos, gustativos, táctiles, olfativos y/o visuales. 

  10. Búsqueda inusual de estímulos sensoriales en el ambiente que son peculiares por su origen, intensidad y/o resistencia para detener la exploración.

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Según la asociación Autism Speaks  1 de cada 115 niños en México viven con autismo. 

Es una labor de todos generar espacios incluyentes para personas con autismo. A través de terapia, la persona diagnosticada puede adquirir habilidades que les permitan navegar entornos sociales. Por otro lado, todos podemos realizar ajustes que permitan que la persona con autismo acceda a espacios educativos, recreativos, sociales, deportivos y laborales.

Aún no hay marcadores biológicos que puedan ser usados para diagnosticar el autismo. Por lo que no se puede obtener un diagnóstico a través de ningún exámen médico como:

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  • Análisis sanguíneos 

  • Mapeos cerebrales 

  • RX

DIAGNÓSTICO DE AUTISMO

El autismo se puede diagnosticar desde los 12 meses de edad. Al ser una condición del neurodesarrollo, su detección se realiza a través de pruebas que observan y evalúan el desarrollo social, comunicativo y adaptativo de la persona. Algunas de las pruebas usadas y que cuentan con validez a nivel mundial son:

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  • Entrevista para el Diagnóstico de Autismo (ADI-R)

  • Escala de Autismo Infantil (CARS)

  • Escala de Observación para el Diagnóstico de Autismo (ADOS-2)

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Adicionalmente, se pueden aplicar pruebas que midan la capacidad intelectual de la persona y su nivel de adaptación a diversos contextos. Entre las más usadas se encuentran:

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  • VINELAND (Mide el nivel de adaptación e independencia)

  • WISC (Mide diferentes constructos que conforman las habilidades cognitivas)

  • DAS (Mide diferentes constructos de habilidades cognitivas)

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Las valoraciones deben ser realizadas por psicólogos con la formación apropiada para aplicación de dichas pruebas y con amplio conocimiento sobre los trastornos del espectro autista. 

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Al finalizar la valoración, la familia debe recibir un reporte escrito que incluya:

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  • Confirmación o descarte del diagnóstico de autismo

  • Descripción de los resultados obtenidos en las pruebas aplicadas 

  • Sugerencias de trabajo 

  • Recomendaciones adicionales

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SIGNOS TEMPRANOS DEL AUTISMO

Los primeros signos del autismo se pueden presentar a partir de los seis meses de edad. Es muy importante que los cuidadores primarios estén monitoreando constantemente el desarrollo de sus hijos, con el fin de identificar señales de un posible desfase en el desarrollo. Algunos de los signos a los que se debe prestar atención son: 

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  • Reacción negativa a algunos estímulos sensoriales (visuales, auditivos, táctiles, olfativos y/o gustativos)

  • Demora en la adquisición del lenguaje expresivo 

  • Uso repetitivo de objetos sin un propósito social 

  • Movimientos corporales repetitivos 

  • Evocación de sonidos que son peculiares por su repetición, duración o entonación 

  • Contacto visual modulado pobremente para iniciar o mantener una interacción social

  • Apego intenso a rutinas y rituales durante el día

  • Interacciones sociales limitadas tanto con niños como con adultos 

  • Manipulación de partes específicas de un objeto en lugar del objeto completo 

  • Habilidades de juego imaginativo y/o simbólico demoradas o limitadas

  • Pérdida de habilidades comunicativas y/o de independencia que ya habían sido adquiridas previamente.

Si tienes dudas sobre el desarrollo de tu hijo consulta a un profesional y no dejes pasar más tiempo. Cada caso de autismo es único dado que las características son muy amplias, es por eso que no debes comparar a tu hijo con nadie más. Escucha tu instinto y busca ayuda.

El autismo es una condición del neurodesarrollo más no una enfermedad. Por lo tanto, debes tener cuidado con los tratamientos que prometen curas para el autismo; estas intervenciones pueden poner en riesgo la integridad física y psicológica de tu hijo. 

INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA EN EL AUTISMO

A lo largo de los años se han desarrollado diversos métodos de intervención terapéutica que ayudan a potenciar el desarrollo de personas con autismo en diferentes áreas como:

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  • Habilidades sociales 

  • Comunicación y lenguaje 

  • Independencia 

  • Conductas adaptativas 

  • Integración sensoriales 

  • Habilidades cognitivas 

 

Diversos estudios científicos reportaron que el desarrollo de personas con autismo es más avanzado cuando las metodologías de intervención adoptan un enfoque integral que aborde las necesidades de todas las áreas del desarrollo y no sólo de una en particular. Además, se obtienen mejores resultados cuando la familia de la persona con autismo está involucrada en el proceso terapéutico y toma un rol activo en la enseñanza de la persona, pues en la vida diaria hay más oportunidades de práctica que en un contexto terapéutico. 

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